Las tasas nominales están aumentando mucho más rápido que el IPC debido a las expectativas de mayor inflación. En consecuencia, esto hace que las tasas reales sean menos negativas, lo que hace bajar el precio del oro.

Pero en este período de banca de reserva fraccionaria e intervención gubernamental masiva (política fiscal y monetaria), la inflación es en realidad más compleja que solo la oferta monetaria.

Para ser más específicos, la velocidad del dinero es una variable clave, en la que si la tasa de circulación cae más rápido que su impresión, entonces se establece la deflación.

Esto es muy importante en este momento porque los bancos están inundados de liquidez.

De hecho, ahora mismo, los precios del oro deberían ser más altos, pero no es así.

Muchos creen que la manipulación es el factor principal por el que los precios están como están. Por lo tanto, sería una sabia decisión para los inversores y especuladores deshacerse de esos activos por completo y pasar a otros.

La impresión de dinero también es importante porque, aparentemente, el exceso de oferta afecta la circulación del dinero.

Asimismo, el gasto del consumidor es importante porque dicta la circulación del dinero. De hecho, la respuesta de muchos hogares de ahorrar dinero durante la pandemia de COVID-19 indujo una deflación a corto plazo porque la velocidad del dinero se desaceleró.

Entonces, ¿qué sucede cuando las cosas cambian en la dirección opuesta? Por supuesto, habrá una disminución de los ahorros, lo que podría desencadenar picos de inflación.

Y hasta la fecha, los ahorros ya están disminuyendo, aunque se mantienen muy por encima del promedio a largo plazo. Sin embargo, sugiere que el gasto se disparará pronto, cuando los consumidores decidan que es hora de usar su dinero.