Los participantes del mercado nuevamente le dan a China un gran reconocimiento por su rápida recuperación económica. No hace falta decir que China es la primera economía en superar la crisis de la que el país tiene la culpa. La economía nacional cayo en picada debido a la pandemia de COVID-19. Sin embargo, según los nuevos datos macroeconómicos, las consecuencias parecen haber sido abordadas. Sorprendentemente, el PIB de China creció un 3,2% en el segundo trimestre de 2020. Mientras tanto, esa expansión es un sueño lejano de otras economías avanzadas.

Las autoridades de China se las arreglaron bien para reactivar su economía después del cierre. Además, no permitieron que la economía cayera en una recesión técnica cuando el producto interno bruto se contrae durante al menos dos trimestres consecutivamente. En medio de las medidas de confinamiento, la producción económica nacional de China registró una caída abrupta de 6.8% en el primer trimestre.

Una de las claves del éxito es un plan detallado para levantar las medidas de confinamiento. El Banco Popular de China tomó decisiones fiscales de emergencia, como recortes de tasas, provisión de liquidez, esquemas de préstamos, etc., que demostraron su eficacia. Como resultado, el sector agrícola se recuperó 3.9% en el segundo trimestre y la producción industrial se expandió 4.4%. Sin embargo, el PIB permanece en la zona de contracción en términos anuales. Por lo tanto, el PIB cayó un 1,6% desde el segundo trimestre del año anterior.

Las métricas reales resultaron ser más fuertes que el consenso. Los analistas optimistas habían proyectado un crecimiento moderado del PIB de no más del 1,5%. Otros habían pronosticado un nuevo declive económico.

Sin embargo, hay un inconveniente. El mercado de valores de China tiene que enfrentar un desafío. El 16 de julio, las acciones de China experimentaron el mayor desplome en los últimos 5 meses. El índice compuesto de Shanghai cayó al instante en un 4,5%. El principal culpable del estado de pánico entre los inversores es otro giro en el conflicto comercial entre Estados Unidos y China. La creciente inquietud podría finalmente asegurar que China recurra a una política monetaria agresiva.