El primer ministro Boris Johnson ha propuesto una forma extraña de representar al Reino Unido en todo el mundo. El político sugirió construir un enorme buque insignia que entraría en puertos marítimos extranjeros y promovería el comercio y la inversión británicos.

Sin embargo, no todo el mundo ha acogido con satisfacción la idea del primer ministro. Los planes de Boris Johnson provocaron reacciones adversas por parte de empresas y el público. Los oponentes recordaron los días pasados cuando el Royal Yacht Britannia era el símbolo del Imperio Británico.

"Creo que el hecho de que ningún otro país tenga un barco como este se debe a que la idea ahora está obsoleta y hay formas más modernas de presentar la cara de alta tecnología de Gran Bretaña al mundo", dijo Peter Ricketts, un diplomático retirado y miembro independiente de la Cámara de los Lores.

El opositor Partido Laborista se abstuvo de hablar sobre el pasado, pero sugirió que el dinero de los contribuyentes podría invertirse mejor. Le ofrecieron a Johnson invertir dinero público en la economía verde y el Servicio Nacional de Salud. Según estimaciones preliminares, el buque insignia costará al Reino Unido alrededor de 200 millones de libras y su construcción llevará cuatro años.