El oro cerró ayer con un fuerte crecimiento, recuperando todas las pérdidas sufridas anteriormente. Pero en términos de todo el movimiento de precios, el metal amarillo experimentó la mayor caída desde el cuarto trimestre de 2016.

El miércoles, los futuros de abril para el oro (en NYMEX) aumentaron un 1.8%, alcanzando $1.713,90 por onza. Un día antes, perdió casi un 1,7%, cayendo al mínimo del 8 de marzo.

Los futuros de junio también subieron un 1,8%, cotizando a $1.716,60 la onza.

Pero en conjunto, los contratos de oro cayeron un 0,8% a finales de marzo y un 9,5% al final del trimestre.

Con respecto a otros metales, los futuros de la plata de mayo subieron un 1,6%, cerrando en $24,53 la onza. Los futuros de mayo para el cobre también aumentaron, pero solo un 0,4%. Se negoció casi $4 la libra. Mientras tanto, los futuros de julio para el platino subieron un 2,7%, alcanzando así un precio de $1,191,50 la onza. Los futuros de junio para el paladio también aumentaron un 2%, como resultado de lo cual el metal alcanzó los $2.619,90 la onza.

Obviamente, estas ganancias fueron compensadas por las sólidas estadísticas de los Estados Unidos. Aparte de eso, los inversores anticipan el nuevo plan del presidente estadounidense Joe Biden para la economía estadounidense, que está diseñado para cerrar las desigualdades y las serias brechas entre ricos y pobres.

Volviendo a las estadísticas estadounidenses, los empleos en el sector privado aumentaron en 517.000 en marzo, según datos publicados por ADP. Esto sugiere que el proyecto de ley de rescate de 1,9 billones de dólares, así como el programa de vacunación a gran escala, impulsaron con éxito la recuperación económica en el país.

Como resultado, como se mencionó anteriormente, el oro pudo cotizar al alza, en particular, en un 1,8%, volviendo así a un precio por encima de $1.700 por onza troy.

Los futuros de junio, por ejemplo, aumentaron un 0,01%, alcanzando los $1.715,85 la onza troy.

Pero el aumento anterior de los rendimientos de los bonos del tesoro y del dólar estadounidense ya redujo el atractivo del metal amarillo. Hizo que el oro fuera menos accesible para los poseedores de otras monedas.