Últimamente, las guerras comerciales parecen superar los conflictos militares por su escala y significado. Lo bueno de los conflictos comerciales es que las pérdidas son principalmente financieras. Nadie es convocado en algunas fuerzas especiales de acción comercial o enviado a la línea del frente. Algunos países, tal vez, desean unirse a tales operaciones comerciales pero carecen de recursos económicos y financieros. Mientras algunos países permanecen a un lado, los poderes globales se preparan para la batalla final.

Estados Unidos se está preparando para resistir al menos a dos oponentes: China y la Unión Europea. Las partes ya han impuesto aranceles sobre diversos bienes entre sí y planean tomar medidas más decisivas. La canciller alemana, Ángela Merkel, advirtió al presidente de Estados Unidos que el país está listo para cualquier medida tras las amenazas de Trump de introducir elevados aranceles a las importaciones de automóviles de la UE. Los autos europeos son un golpe bastante duro: no se trata solo de acero y aluminio, sino de marca ahora. Las marcas estadounidenses también están bajo amenaza: productos de marca tan conocidos como bourbon, jeans y motocicletas Harley-Davidson. Además, la Comisión Europea lanzó en marzo sus planes para un "impuesto digital" que apunta a corporaciones transnacionales como Amazon, Facebook y Google que fueron criticadas en toda Europa debido a un cambio de ingresos.