Curiosamente, Rusia allana indirectamente el camino para la transición de la UE a la energía verde. La sospechosa política de Moscú, incluida la manipulación en las ventas de gas y la retórica asertiva, obliga a Europa a cambiar el enfoque de los combustibles fósiles hacia las fuerzas de energía alternativa. Por ejemplo, Francia se toma en serio la sustitución del gas ruso por biogás procedente de residuos agrícolas.

La UE intenta romper su adicción al gas ruso. Varios países rescindieron sus contratos con proveedores de energía rusos. Otros miembros de la UE están investigando opciones de fuentes de energía. Francia tiene la intención de compensar para 2030 una gran parte de la energía rusa con biometano producido a partir de estiércol de ganado. Los agricultores franceses están de acuerdo con las autoridades europeas para superar la dependencia de los combustibles fósiles rusos. Se lanzan pequeñas plantas de gas rural en todo el país para proporcionar energía a cientos o miles de hogares cercanos. De hecho, el biogás podría ser una solución eficiente para reducir la dependencia energética de Europa.

Francia es uno de los primeros países de la UE en emprender este camino. Según estadísticas de la industria, el biometano representó casi el 1% de la demanda de gas del país en 2021. Se espera que su participación aumente al 2% en 2022. El biocombustible representará casi el 20% del consumo total de gas en 2023. Esta participación superará la volumen de las importaciones de gas de Francia desde Rusia el año pasado.

Anteriormente, la dirección de investigación de Vygon Consulting Maria Belova predijo que Macedonia del Norte, los Países Bajos y Serbia podrán rechazar contratos con proveedores de gas rusos en un futuro no muy lejano.